lunes, 2 de julio de 2012

Dr. Joaquin Fernández-Solá " Nos enfrentamos a una Pandemia"


BERTA CHULVI

El nombre de Joaquim Fernández Solà es un referente en el ámbito de la sensibilidad química múltiple (SQM) y las patologías asociadas. Ha publicado numerosos artículos científicos y es el coordinador de la Unidad Multidisciplinar de Fatiga Crónica del Hospital Clínic de Barcelona donde, entre 2001 y 2008, fueron atendidas muchas pacientes que sufrían SQM. Desgraciadamente, desde 2008 no se ha podido seguir atendiendo a estos pacientes en el sistema público y sólo se ha podido mantener su atención en circuitos de medicina privada.
Suena increíble que un hospital no permita a un equipo médico atender a una serie de pacientes...
Sí, suena increíble, pero es la situación que vivimos. Y además no es un caso único. La única razón que se nos dio desde la dirección médica de nuestro centro es que no podíamos seguir atendiendo a pacientes que pade - cían alguna hipersensibilidad química o ambiental porque no teníamos un programa específico para ello. La indicación parece ser que procedía de la Generalitat de Catalunya y nos debimos atener a ella porque somos un hospital público. Sin embargo, no es la primera vez que pasa. Julián Márquez, que era una referencia en el Hospital Universitari de Bellvitge, no encontró ninguna colaboración por parte del hospital durante sus años de trabajo en SQM y al día siguiente de su jubilación cerraron su unidad. La coartada para todo esto es que la SQM no está reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque hay países que sí la han reconocido. Y si no está reconocida es, desde luego, porque existen intereses, porque evidencia clínica hay más que suficiente.
¿Cómo podemos explicar qué es la sensibilidad química múltiple?
Cuando hablamos de sensibilidad química múltiple estamos hablando de una pérdida de tolerancia a agentes químicos tan diversos y comunes como los que se encuentran en productos de limpieza, colonias, disolventes, etc. Esa pérdida de tolerancia se puede producir por una sobreexposición a un producto tóxico, como ocurre, por ejemplo, con las trabajadoras de limpieza que se han visto expuestas a una fumigación con insecticidas, o puede producirse por una exposición reiterada a pequeñas dosis. Por ejemplo, una persona que trabaje con un disolvente que tiene una concentración de un producto tóxico al que repetidamente se está exponiendo. Una vez se desarrolla esa hipersensibilidad el paciente reacciona de forma recurrente ante dosis muy pequeñas. A esta intolerancia a dosis pequeñas se le llama “patosmia”. Este es un término nuevo que desafía el paradigma clásico de la toxicología que vincula “dosis-efecto”. Para las personas que han desarrollado esa hipersensibilidad, ante cualquier dosis puede darse un efecto sintomático. Pero ade más se trata de una sensibilidad “múltiple” porque cuando se desarrolla la sensibilidad a un producto vemos que también se desarrolla ante otros productos no relacionados. Por ejemplo, si alguien que ha estado expuesto laboralmente a insecticidas organofosforados llega a su casa, se aplica un perfume y ve que no lo tolera: ¿qué tienen en común los organofosforados con el perfume? Pues que ambos son productos químicos. Esa hipersensibilidad, al final, desarrolla una enfermedad porque altera de forma persistente y marcada la salud del paciente. Aunque nos cueste de reconocer es una enfermedad que no corresponde a una alergia, ni a una intoxicación ni a una somatización.
¿A cuántas personas afecta la sensibilidad química múltiple?
Los estudios muestran que hasta un 35% de la población en algún momento de su vida padece algún fenómeno de hipersensibilidad, pero que no le causa enfermedad persistente. Entre un 2 y un 5% reúne criterios de sensibilidad química múltiple. Casos graves encontramos 1 por cada 2.000 personas. Tenemos una incidencia ocho veces mayor en mujeres que en hombres. En general es mucho más frecuente en las mujeres porque las hormonas femeninas, los estrógenos, potencian la sensibilización a nivel cerebral. Sin embargo, con los actuales niveles de exposición a tóxicos estamos ante el inicio de una pandemia. Me explico: ante un foco de contaminación ambiental no todas las personas reaccionan igual, ya que hay dos factores: 1) el factor tóxico en el ambiente y 2) el factor de sensibilidad personal. Como los niveles de exposición a tóxicos en nuestra sociedad son cada vez más altos, se van incrementando los casos de hipersensibilidad. Además, hay más personas que tienen en su herencia genética un alto factor de sensibilidad personal. Es decir, nosotros ya nacemos con un nivel de tolerancia mucho menor que nuestros padres, y nuestro organismo se sensibiliza progresivamente a esos productos químicos acercándose rápidamente a las cantidades máximas que nosotros podemos tolerar. Estamos globalmente en un proceso de autodestrucción muy evidente. Y el que no lo quiera ver, que recapacite, observe y verá lo que pasa en los próximos años.
¿Qué es lo peculiar de la SQM?
Es una enfermedad nueva y compleja. Nueva porque sólo se define científicamente a partir de los años 80. ¿Y por qué antes no estaba? No estaba –o estaba sólo en entornos laborales de la industria química– porque no existía la multiexposición química masiva que existe actualmente y que ha provocado que esto aflore. Es además una enfermedad compleja. “Compleja” no quiere decir complicada. “Compleja” es un concepto médico que aparece en los años 80 para referirse a las enfermedades que no tienen una única causa. Otro aspecto importante es que hay muchos tipos de hipersensibilidad, la química es la más común, pero están también la alimentaria y la ambiental (eléctrica, magnética, ionizante y sonora). Es importante constatar que existe evidencia científica de que se produce un efecto sumatorio y probablemente sinérgico entre ellas. Es decir, que tener una exposición nociva a químicos y a otra causa ambiental no suma dos, suma cuatro. Por ejemplo, una persona que tenga en su trabajo una exposición química importante, si vive cerca de un tendido eléctrico de alta tensión posiblemente le afectará mucho más que si no vive allí. Y si existe ruido ambiental, aún peor. Es como si las personas tuviéramos un barril (nuestro umbral de tolerancia) que ya viene algo lleno por nuestra herencia genética y lo vamos llenando de problemas. Cuando el barril está lleno cualquier pequeño incidente puede hacer que rebose, y entonces es cuando se declara clínicamente la enfermedad.

Quien así habla es el doctor Julián Márquez, neurólogo y neurofisiólogo clínico, una autoridad en esta materia porque inició en el año 95, en el Hospital Universitari de Bellvitge, la atención de pacientes afectadas por sensibilidad química múltiple. La mayor parte de enfermos fueron remitidos por la doctora Francisca López del Centro de Higiene y Seguretat en el Treball de Barcelona. A los pocos días de su jubilación anticipada, en 2006, el hospital desmanteló la unidad donde estas pacientes eran atendidas argumentando que no se trataba de una enfermedad neurológica. Un hecho ante el que el doctor Márquez responde con contundencia: “Claro que no es una enfermedad neurológica al uso tipo enfermedad de Parkinson, epilepsia, alzheimer, etc., pero en el 90% de las afectadas de los 260 casos que yo tengo estudiados desarrollan sintomatología neurológica: cefaleas, trastornos neurocognitivos, debilidad muscular, parestesias difusas en las extremidades y en muchos casos periorales así como en mucosa oral o crisis epilépticas”. Márquez ha seguido trabajando en esta enfermedad y recientemente se ha entrevistado con la doctora María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, en Ginebra, en una campaña del Comité Nacional para el Reconocimiento del Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple y la Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos (EHS). “Teníamos una entrevista de media hora y estuvimos con ella hora y media. Saben de qué va el tema y tienen interés”, afirma Márquez.
El doctor Márquez insiste en la importancia de disponer en cada comunidad autónoma de al menos un centro clínico de referencia al que puedan acudir los pacientes para ser diagnosticados y tratados, aunque sea sólo sintomáticamente, y recibir todo tipo de apoyo. La enfermedad es multisistémica, por lo que se precisa un trabajo en equipo con otros especialistas, sobre todo en Medicina Interna, Neumología, Dermatología, Endocrinología, Psiquiatría, así como laboratorio y estudios de Neuroimagen.
http://www.istas.net/pe/articulo.asp?num=53&pag=10&titulo=Joaquim-Fernandez-Sol%E0-medico-Con-los-actuales-niveles-de-exposicion-a-toxicos-nos-enfrentamos-a-una-pandemia

Entrevista Dr. Fernández-Solá


J. Fernández-Solà: "La Sensibilidad Química Múltiple es una enfermedad compleja, no se puede banalizar"
El doctor del Hospital Clínic de Barcelona asegura que cada vez hay más personas que sufren este trastorno

La Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple (SQM) es una patología aún no reconocida, no está considerada oficialmente como enfermedad, aunque cada vez afecta a más personas. Además de la incomprensión del entorno familiar y laboral de la persona que la sufre también se encuentra con el escepticismo de algunos médicos. La SQM consiste en la pérdida progresiva de tolerancia a agentes químicos tan diversos y comunes como productos de limpieza, colonias, disolventes, ciertos alimentos,  medicamentos y radiaciones electromagnéticas. Para arrojar luz sobre esta cuestión se ha publicado recientemente el libro ‘Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple. Sobrevivir en un entorno tóxico’ (Oxigen Viena Ediciones), escrito por los doctores Joaquim Fernández- Solà, médico consultor de Medicina Interna del Hospital Clínic de Barcelona, y Santiago Nogué, jefe de sección de la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital Clínic. El doctor Fernández-Solà, profesor asociado de Medicina de la Universidad  de Barcelona y autor también de ‘Sobrevivir al cansancio’, nos da algunas claves para comprender mejor la SQM.
-Libros como el que han publicado sobre la SQM no hay muchos, ¿la poca documentación sobre esta patología es una de las grandes dificultades?
- Hay alguna aproximación con enfermedades relacionadas pero se trata la Sensibilidad Química y Ambiental de diferentes aspectos desde la toxicología. En este libro no estamos hablando de una intoxicación clásica sino de contactos crónico permanentes con sustancias que están en el ambiente.
-Por ejemplo…
-La contaminación ambiental clásica como pueden ser la de los hidrocarburos pero también en situaciones peculiares. En un ambiente laboral puede haber personas que trabajen con un disolvente que tiene una concentración de aquel producto al que repetidamente se están exponiendo e interaccionan con él. Entonces van haciendo respuestas persistentes irritativas, y al final acaban asociando otros síntomas asociados más crónicos como puede ser dolor de cabeza, desconcentración o insomnio.
-¿Cómo definiría la SQM?
-La Sensibilidad Química Múltiple es un trastorno, aún no tiene categoría de enfermedad. Se presentan múltiples síntomas ante la exposición habitualmente de productos tóxicos en el medio ambiente en personas sensibles. No todas las personas reaccionan igual ya que hay dos factores, el factor tóxico en el ambiente y el factor de sensibilidad personal.
- ¿Por qué no está considerada como enfermedad?
- La Organización Mundial de la Salud tiene un centro de diagnóstico de control de enfermedades en Atlanta que se encarga de estudiar todas las enfermedades y cuando hay fenómenos que son más globales los analiza en diferentes sitios. La evolución de la SQM es aún demasiado precoz. Hay comités internacionales y hasta el momento no ha habido un consenso científico suficiente como para que este trastorno tenga todas las características de llegar a aceptarla como enfermedad.
- ¿Por qué motivo?
- Hay muchos intereses en este campo. Todo el mundo entiende que esto es derivado del estilo de vida que tenemos. Por ejemplo, vamos en coche y consumimos y quemamos gasolina. En Barcelona, casi una tercera parte del tiempo estamos por encima de los límites que la Organización Mundial de la Salud no tolera como aceptables, incluso tenemos restricciones de velocidad para no contaminar. Esto probablemente no es fácil de cambiar.
-¿Y en el hogar?
- Si comparamos los productos químicos que tenemos en un domicilio normal a los que tenían nuestros padres, tenemos un auténtico laboratorio químico: disolventes, pinturas, quitaesmaltes, cosméticos, detergentes, neutralizantes, quitamanchas, insecticidas, ambientadores, pulverizadores… Supone un estilo de vida que comporta un modelo de sociedad que no va a cambiar probablemente en unos días.
- ¿Cómo se diagnostica esta patología?
- Cuando hay unos trastornos de este tipo se establecen grupos de trabajo internacionales que han propuesto criterios de diagnósticos de caso. Cuando estudias la SQM ves que no es de origen alérgico. Hay indicaciones, síntomas respiratorios o irritación de mucosas que empeoran en exposición a ambientes con estos productos volátiles químicos y mejoran cuando los evitas.
-¿Los síntomas son crónicos?
- Los síntomas tienen que ser crónicos, no sólo agudos, sino que duran más de tres meses en la misma persona. Por otra parte, no hay otras enfermedades que lo justifiquen. No es una persona que tenga un fenómeno alérgico al polen sino a una exposición a productos químicos. Y, en tercer lugar, tiene que ser dosis menores de las normales para no hablar de intoxicación.
-¿Cuántas personas estarían afectadas por la SQM?
- Cuando se ha intentado cuantificar no hay estudios extensos pero hay márgenes desde el uno por mil hasta el 5%. También se sabe que hasta un 15% de la población de manera puntual, no como enfermedad crónica, puede tener fenómenos. Tampoco todo el mundo tiene la misma intensidad. Hay casos leves, moderados, y algunos tan intensos que el paciente no puede ir a algunos ambientes sin aislamientos respiratorios.
- ¿Con la mayor presencia de las nuevas tecnologías y el uso por parte de la población de aparatos tecnológicos prevé que cada vez haya más casos?
- Sin duda. El factor ambiente está cambiando y está incidiendo exponencialmente el aumento de la carga química pero también el de la carga electromagnética. ¿Cuánto tiempo hace que tenemos wi-fi?  También cada vez tenemos un mayor número de circuitos eléctricos en el domicilio o líneas eléctricas de alta tensión cercanas a las viviendas. Además tenemos una menor protección en la capa atmosférica y nos llega una mayor radiación ambiental atmosférica. Todo esto aumenta la carga electromagnética que recibimos y este conjunto de cargas, la química y la electromagnética, se suman y podríamos hablar de otros tipos.
- ¿Qué otros tipos?
- La carga de tóxicos alimentarios que nosotros consumimos, tales como conservantes, colorantes, aditivos o desnaturalizantes. Es decir, la carga alimentaria, la química y la de ondas ambientales se suman y nosotros hablamos de dintel de carga tóxica.
- La SQM afecta más a las mujeres que a los hombres, ¿por qué motivo?
- Tenemos una incidencia ocho veces mayor en mujeres que en hombres. En general, es mucho más frecuente en las mujeres porque las hormonas femeninas, los estrógenos potencian la sensibilización.
- ¿Este trastorno está asociado a otras enfermedades?
- Un paciente que empiece con una percepción ambiental con más facilidad va a desarrollar también dolor crónico y fatiga crónica. Son enfermedades que van en acúmulos. Ya hay propuestas a nivel científico que todas estas enfermedades son un conjunto de ellas entre las cuales estarían otras tan curiosas como las migrañas, el colón irritable o el bruxismo (apretar los dientes durante el sueño). Esto se llama síndromes de sensibilización central.
- ¿A qué se debe?
- Hay una evidencia científica de que todas estas enfermedades tienen un común que sería esencialmente neurológico, no siquiátrico. Éste es otro punto importante porque se han confundido o se han querido confundir estas enfermedades con un origen psiquiátrico. No es una fobia a los productos químicos. Estos pacientes no tienen trastornos psicopatológicos sino que son pacientes normales que su enfermedad les provoca a largo plazo no poder llevar una vida normal.
- Al no ser una enfermedad reconocida, ¿provoca también incomprensión en el paciente?
- Sin duda. Genera incomprensión para el propio paciente y también en su entorno familiar, laboral y médico. No hay una atención regularizada. El paciente no sabe dónde tiene que ir porque su médico de cabecera no puede asumir esta enfermedad y no hay centros especializados reconocidos en el sistema público de atención.
- ¿La SQM puede hacer peligrar la vida del paciente?
- No es una enfermedad que comporte un riesgo vital. Si comporta muchos casos de demandas de atención urgentes. Lo que sí es cierto es que hemos tenido algún caso de suicidio debido a la dificultad de afrontamiento de la enfermedad.
- ¿Qué consejos daría a los pacientes que sufren esta patología?
- En primer lugar que sepa que esto existe. Que analice los productos tóxicos que tiene en su entorno y haga una especie de diario a los que tiene contacto. Nosotros también tenemos un cuestionario de sensibilidad ambiental, que se está validando ahora en España pero ya se utiliza a nivel internacional.
-¿Y en el día a día qué recomendaciones haría?
- Por ejemplo, utilizar cosméticos de línea natural, derivados de aloe vera, aceite natural. O cuando se pone la lavadora en vez de utilizar un detergente aromatizante convencional usar bolas ecológicas. Llevar una dieta evitando las sutancias que tienen más aditivos colorantes. Es obvio que esto es mucho más caro y también es más difícil encontrar estos productos.
- ¿En Catalunya cuántos pacientes pueden sufrir la SQM?
- Empezamos hace unos diez años atendiendo de forma global a estos pacientes y llegamos a tener unos 1.000 pacientes. Probablemente ahora en su conjunto son unos 2.000 pero no hay un centro específico.  Ahora tenemos menos facilidades que antes.  Por ejemplo, en Bellvitge había un centro de Sensibilidad Química que dejó de atender. Tampoco se han creado programas específicos. En estos momentos no hay una oferta médica pública concreta donde dirigir al paciente. Lo que sí han aflorado muchos centros privados que están haciendo esta atención.
- A pesar de que los casos van aumentando la oferta médica no es suficiente….
- Esto es exponencial. También hay muchos casos no diagnosticados y de diferente intensidad. Hay casos leves que simplemente con una consulta médica concreta identificando los agentes y disminuyendo la exposición puede ser suficiente. En otros casos tienes que hacer una intervención laboral y en otros incluso una solicitud de invalidez. Lo que sí es cierto es que hay afrontarlo a nivel médico con un programa de atención específico, como enfermedad compleja no se puede banalizar. Cuantos antes la afrontemos antes la solucionaremos.
- Vamos, que tenemos que tener muy en cuenta la SQM…
- Yo pongo el ejemplo del tabaco. Nosotros empezamos a entrar en contacto con el tabaco en el siglo XV cuando lo trajeron de América y hemos tardado 500 años en reconocer que era el tóxico más importante para la salud de las personas. Y ahora estamos haciendo campañas carísimas para evitarlo. Espero que con la SQM no tardemos tantos años en reconocerla porque ya están apareciendo las enfermedades derivadas y ya las podemos reconocer a nivel médico. Sin duda, lo que tenemos que hacer es prevención, a nivel personal, laboral y también social.